lunes, 14 de abril de 2014

La Ventana en París

Despues de una vida juntos, de aciertos, encuentros y desencuentros, te esperé un tarde en el living en

en aquel día de invierno crudo y despiadado que había traído frío a nuestras vidas, después de tantos veranos a la luz de la luna.
Por una de esas decisiones más  mezcla de un gra impulso con la razón necesaria en estos cass, te dije que me vendría a vivir a Paris…cómo recuerdo la expresión de tu rostro, tu mirada triste y una emoción indescriptible en tu cuerpo, en tu alma, en tus manos que tanto me gustaban…pero estaba segura de seguir aquél mensaje que me ilustraba la vida,  mensaje de vivir libre Paris….mi ciudad soñada.

Traté de no aferrarme a tus emociones y menos de atarme a ellas. Pensé en los años que me quedarían por vivir, tal vez muchos y una sucesión de imágenes de mi vida me atraparon y veía en ellas a una mujer que quedaría en mi pasado, una mujer que ya no la quería en mi presente ni en mi futuro…ya no vivir para ayudar a los demás, ya era momento de salvarse y pensar en su vida.

Sabía y sentía que Paris me daría las emociones que buscaba, las caminatas que deseaba, el glamour y la magia por descubrir tanto que deseaba.

En mi casa y en mi ventana, tenía lo que soñaba de Paris….despertar en el  paisaje de una ciudad  elegante, con dosis de bohemia, con un aire diferente, con su idioma, con su gente. Ya no recordaría a nadie sólo vivría libre en París…

Afortunadamente no necesitaba trabajar. Mi vida había sido muy dura y difícil pero mi temperamento me había ayudado a ver lo bueno que venía después de lo malo, de las pruebas de fe, a disfrutar de la naturaleza, de la gente, de mi alma que había por fin aprendido a ser la “directora” de mi vida, a controlar mis aspectos negativos, a aceptar mi corazón y sus sentimientos inmanejables  y a vivir y disfrutar de la mujer que siempre quise ser.

Sien embargo al mirar a través de esta ventana, era inevitable que no apareciera tu recuerdo, la forma en que nos conocimos en mi carrera, corta pero fructífera para mi aprendizaje de vida, en nuestras primeras charlas, en que no podía tutearte, eras mi profesor y el respeto que te tenía no me lo permitía. Era inevitable no recordar aquel día que  me dijiste que pensabas que no tendrías nunca suerte en el amor, en tu viaje a Colombia, en aquella cabaña del Tigre que luego de tirar al piso sin querer, mi vaso de jugo de naranja, me confesaste que me amabas y en lo que vino después, nuestra vida juntos…pero no contábamos en aquellas épocas con mi sueño de ser libre en Paris…

Después de cuatro años parisinos intensos, me llamaste y me dijiste que aquí estabas y que querías verme, hablar y contarme algo importante. Colgué el teléfono y sabía lo que era. Te conocía y me conocía.

Me vestí normal para aquel encuentro, casi sin maquillaje, el que tanto te gustaba, perfume y una tapado de paño grueso de color azul pastel para aquel día de invierno…otra vez el frío apagaría aquella pasión…Cuando te ví confirmé mi presentimiento…estabas lindo y tu semblante lo decía todo…hablamos sobre esos cuatro años viviendo separados. Me contaste de tu progreso y reconocimiento en tu carrera, de tu vida y de tu tristeza  por mi decisión de alejarme. Pero tus ojos se llenaron de lágrimas cuando me agradeciste aquella vida juntos, mi sentido del humor y mi fortaleza para vivir y que al fin habías descubierto que en tantísimos años habías tenido suerte en el amor.

Podías dejar todo para vivir  en Paris pero no querías dejar…habías conocido una mujer que no amabas pero vivirías con ella si no regresaba contigo. Mi mundo se opacó por unos momentos, disimulé mi tristeza y pensé que si bien era una de las posibilidades,  nunca me olvidarías sin embargo recordé mi ventana, la mujer que ahora soy, libre, decidida, dueña de mi vida, la felicidad al despertar cada día y ver a Paris por mi ventana para luego caminarla, sentirla, vivirla. Fue entonces que te dije que lo intentaras si era tu deseo…que me quedaría en Paris.
Meses después sin tener más noticias tuyas me llamaste y me preguntaste algo que no esperaba: si yo quería que vinieras a vivir en Paris....

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Salvatore Donadío