viernes, 22 de febrero de 2013

El Sillón



Estabas sentado en el sillón mientras me probaba mi vestido nuevo rosa y blanco. Había ido a la peluquería, con sandalias de taco alto y el perfume que me habías regalado hace tiempo ya...me sentía bien. Te pregunté si te gustabay contestaste con un sí neutro, indiferente... tomé las llaves del auto y esta vez sí salí sin saber a donde iría. Encendí la radio a todo volumen y manejé a toda velocidad…salí en busca de lo incierto, en busca de la nada.
Encontré un bar, al lado de la ruta, en donde paré a tomar un café neceitaba pensar. No había casi gente.
Me senté en la mesa del fondo, encendí un cigarrillo y pedí un café.
Era un lugar muy íntimo decorado conparedesempapeladas de rosa y blanco y manteles rosas y flores blancas. La música estaba muy música suave y sin querer volví a pensar en vos... en los años que llevábamos juntos, en aquella tarde cuando nos conocimos en la universidad. En las pruebas que habíamos superado y que siempre estuvimos juntos...
Traté de repasar todo lo que nos unía pero aparecía tu silencio y mi soledad, sin diálogo, indiferencia, Busqué mi celular para llamarte pero me arrepentí...estaba segura que no vendrías a buscarme- Estaba oscureciendo y ya había tomado cuatros tazas de café.
Pensaba en irme cuando se acercó un hombre un poco mayor, no mucho, y me preguntó qué me pasaba que tenía llanto contenido en mi mirada. No tenía fuerzas para decirle que se fuera,sin saberlo quería compañía y alguien con quien hablar....sí...alguien con quién hablar...
Se mostró amable y caballero. Ante mi negativa, no insistió que le contara qué me estaba sucediendo. Su forma de hablar era cálida y respetuosa, habló sobre su vida, su soledad, sus viajes, su profesión. Era un ser sensible, sincero. Habló sobre su gran pasión, la medicina, su afán deperfeccionarse y su impotenciapor no poder salvar lo insalvable.
Su trato cordial me hizo sentir como si nos conociéramos desde siempre. Tal vez sentía solo, igual que yo. Me alabó mi vestido y notó que hacía juego con los tonos del lugar. Sentí sorpresa al comprobar que no le pasé inadvertida...porque estaba ya convencida que que era insulsa, insignificante para los demás.
Me animé aempezar a hablary contarle sobre mi vida, sobre mí, sobre vos…
Un par de horas hablamos sentí que me entendía demasiado sin conocerme. Me dio su teléfono para que lo llamara, no pidió el mío.
Al despedirse me dijo que estaba feliz por haber conocido a tan bella mujer.
Volví a casa…era tarde. Me saqué las sandalias para no hacer ruido. Prendí la luz y te ví. Seguías sentado en el sillón. Todo había vuelto a la normalidad y como una noche más me fui a dormir.

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Salvatore Donadío