viernes, 22 de febrero de 2013

Consumo de Afecto

Vamos "corriendo" por la vida sin entender que sólo logramos que la vida nos corra a nosotros. Hay muchas situaciones que pueden llevar a ésto y obviamente no soy experta como para plantear un análisis pero sí entiendo en cierta medida, a profesionales exitosos que no pueden disponer de su tiempo porque están inmersos en un sistema que no permite concesiones y creo que más allá de las ventajas que les otorga el éxito profesional son felices con su elección de vida...pero la generalidad no es ésta y sin embargo, estamos atrapados por el consumismo de productos y de un tiempo que nunca alcanza.
La vidrieras atractivas de locales de comercios de un shopping, atrae nuestra atención. Las modas, los nuevos diseños, la necesidad de sentirnos lindos, la compulsión por tener aquello que puedo comprar con dinero y está a mi alcance, tanto de mi efectivo como de mi tarjeta de crédito y hasta en ocasiones, no está a mi alcance, pero las promociones en 12 cuotas sin interés con un descuento (encubierto) del 25 %, me tienta, aunque antes de terminar de pagar esa prenda, haya dejado de usarla porque mi necesidad de consumo requiere una nueva, o varias nuevas, poniendo en peligro mi economía.
¿A qué responde este mecanismo? Reitero que no soy experta en el tema, sólo me he interesado en leer algunos autores. La respuesta más primaria es que responde a tremendas carencias afectivas, la falta de comunicación con nuestros pares, insatisfacciones laborales y a un lento crecimiento en nuestras capacidades de adaptación a frustraciones que se presentan con frecuencia.
Es difícil detenerse y pensar qué me está pasando en las relaciones afectivas justamente cuando el afecto no es tal, por qué no puedo relacionarme con un par mío como quisiera, por qué no obtengo el éxito merecido en mi trabajo y así muchas situaciones más, como la relación con mis hijos, la relación con mi cuerpo y mi salud y la falta del indispensable equilibrio para vivir.
No vivimos en una sociedad que nos ayude a convivir con el otro y con nosotros mismos en armonía y además, el consumismo está instalado como un monstruo que nos acecha constantemente, la tecnología que reemplazó con la comunicación virtual a la necesidad de estar en contacto directo con un amigo, de verlo, de sentirlo y por último al temible consumo de afecto, tal vez sin darnos cuenta "vendamos" afecto para recibir el del otro. En verdad, no se puede dar lo que no se quiere recibir. Podemos desear una vida de ensueño a alguien que sin embargo no es receptivo a nuestro deseo. Tal vez queremos así, llamar su atención, que nos tengan en cuenta, en fin..."consumir" el cariño a un costo muy elevado... sobre todo sería bueno entender que el cariño no compra ni mucho menos se consume...

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Salvatore Donadío