viernes, 17 de febrero de 2012

Un Día de Compras









                           

            Esta semana Cintia estuvo en cama ya que desde el viernes pasado la aqueja una laringitis y de un día para otro se quedó sin voz y de tanto emitir sonidos guturales su dulce voz casi desapareció.
Con sus treinta años, esta mujercita de profesión arquitecta, de ideas alocadas,  cabello negro azabache y mirada tierna y profunda, reúne en su casa a amigos de todas las edades a saborear el más exquisito café amargo colombiano y entre revistas de decoración, libros de autores clásicos, recetas de comidas caseras, música oriental o celta y aromas de flores dulces y sándalo; hacen culto al tesoro más preciado: la amistad.

 Su casa se convirtió así en un centro de reunión que lejos de parecerse  a la “generación del 37”, debaten temas de historia, arte y religión, así como el difícil arte de la política, cuando a la hora de compartir ideales se trata..

Pero Cintia tiene una personalidad rebelde y va revoloteando por la vida como el correcaminos de shopping en shopping comprando ropa sin parar.  Para ella todos sus días son soleados y cálidos y oportunos para disfrutar de cada momento que la vida le obsequia…

Así, hoy resurgiendo de las cenizas y recuperada de su gripe se comunicó con sus amigas Naty  y Flor  y se encontraron  para “disfrutar uno de sus “compulsivos” días de compras…

En estos casos, no hay nada mejor que contar con un grupo de contención a la hora de comprar, en realidad es imprescindible que el grupo actúe utilizando cualquier técnica o poder de persuasión para que puesto en marcha el acto compulsivo, tengan como única función: hacer que  ella entienda que su compra no es  trascendental en su vida…sólo hay que tener carácter decidido y apacible para hacer ver a quien sufre este acto inmanejable, que de nada sirve comprar y comprar, que la vida no termina en ese instante, que los negocios van a seguir estando abiertos y que si bien la ropa se vende, los diseñadores siguen creando de tal forma que siempre va a existir la posibilidad de adquirir algo lindo y “absolutamente necesario” para  su compulsión y que, seguramente va a estar a su alcance cuando se disponga nuevamente a comprar… no es fácil la tarea pero existe gente altamente capacitada y Cintia cuenta con ella. Por esta razón se reunió con sus dos amigas, que despliegan toda su sabiduría-sin ningún tipo de beneficios para ellas- para retenerla y no permitir así que se desmorone su economía “cuando Cintia incontrolablemente necesita gastar.”

Pero algo inesperado ocurrió cuando estas tres amigas llegaron al shopping….allí se encontraba Rosendo. Este hombre de carácter sociable, edad madura y personalidad atrayente, impactó a Cintia desde que lo conoció. Había sido su profesor en un curso de aromaterapia.

Cuando Cintia lo vio, un arco iris de colores invadió su vida, y sin saber por qué comenzó a reírse sin parar.

Rosendo no la había visto pero ella desplegó un impecable operativo para provocar este “esperado encuentro”.
Advertidas sus amigas de su presencia, emprendieron una intensa búsqueda ya que entre el tumulto de la gente lo habían perdido de vista.

Eran épocas de liquidaciones y Cintia “no las podía dejar pasar” ¿Pero cómo hacía para comprar justo en este momento en que Rosendo había aparecido en escena? ¡No podía dejarlo escapar!

Pensó en una estrategia, decidió que sus amigas se encargaran de comprarle 5 carteras, 15 vestidos y 12 pares de zapatos “que sin querer había visto al pasar”, al mismo tiempo se le ocurrió una magnífica idea: se dirigió al sector de atención al cliente y se hizo llamar “a sí misma” por los parlantes aduciendo que habían encontrado extraviada a su perrita. Estaba convencida que de esa forma, Rosendo al escuchar pronunciar su nombre, advertiría su presencia y correría a su encuentro…sin embargo transcurrió casi una hora y su objetivo no se cumplió. 

Inmediatamente pensó en otra idea, se presentó en el comercio en el que había visto a Rosendo y simulando un malentendido hizo creer a los dueños del local que él era su marido y que la estaría esperando a esa hora en ese preciso lugar…nuevamente no cumplió su cometido: no sólo no logró averiguar ningún dato de su “enamorado” sino que corría el riesgo de que él no estuviera ya en ese lugar. 

Fue entonces cuando se le ocurrió una tercer idea ¡y ésta no le podía fallar! Lo llamó a su celular y cuando él atendió, Cintia sorpresivamente no supo qué decir y cortó. Pero ella era una mujer combativa y no conforme, lo volvió a llamar e “intentó un saludo casual y hasta confuso”:
-¡Hola Rosendo! ¡Soy Cintia! ¿no me ves? Estoy en frente tuyo, sentada aquí en la confitería Momentos.

No era verdad pero no le importaba…Rosendo estaba saliendo con su auto del estacionamiento y entre sorprendido y aturdido le contestó: ¡Perdón Cintia! ¿De dónde te conozco? La pobre tenía el ánimo por el piso pero aún así se dio a conocer…lejos de estar ubicado en tiempo y espacio Rosendo recordó quien era y en un acto de caballerosidad muy característico en él, le pidió disculpas y le dijo que lo esperara, que iría a tomar un café con ella. Pero Cintia  no sólo no estaba en ese lugar sino que se encontraba a 800 metros de distancia y para el momento en que llegó tuvo una sorpresa: no sólo no había ni una silla para sentarse sino que además, en ese instante,  vio a Rosendo que un poco pálido y descolocado la estaba esperando…

Para Cintia sus amigas habían desparecido del globo terráqueo…tampoco le importaba mucho si se habían encargado de sus compras y se dio cuenta de algo fundamental para ella: ¡se había olvidado de comprar! ¡Imaginó así la cara de su terapeuta cuando le comentara semejante progreso!

En medio de  interesantes charlas y pícaras sonrisas los dos pasaron la mejor tarde de su vida. Cintia pensó que él era el hombre que ella tanto buscaba y que Dios era generoso con ella y hasta pensó que ella también era importante para él….pero al final de la jornada, recordó un detalle: ¡ERA CASADA!










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Salvatore Donadío